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Te has preguntado alguna vez cómo quieres vivir los años que siguen después de los 60, los 70 o los 80?
Hoy vivimos más que nunca, con décadas de vida adicionales que nuestros bisabuelos jamás imaginaron. Pero, ¿cómo aprovechar ese tiempo para llegar a las últimas etapas de la vida con sabiduría y una vida más plena?
Jane Fonda, en su inspirador discurso EL TERCER ACTO que hizo en TED, nos invita a ver la vejez no como una decadencia, sino como un tiempo de realización, una etapa de crecimiento, donde podemos alcanzar una plenitud y autenticidad que quizás antes no nos atrevimos a explorar.
La importancia de actuar hoy para tener un “Tercer acto” lleno de vida y significado
Inspirándose en su propia experiencia de vida, Fonda ve la vejez como un “tercer acto” lleno de posibilidades y reinvención, donde cada uno de nosotros puede volver a tomar las riendas, sanar viejas heridas, y construir un legado que nos dé paz y satisfacción.Comparto el vídeo original y además me he tomado el tiempo de hacer una transcripción para quienes no sepan el idioma inglés o no puedan leer bien los subtítulos.
Disfrutarla!!
Ha habido muchas revoluciones en el último siglo, pero quizás ninguna tan significativa como la revolución de la longevidad.
Todavía vivimos en un viejo paradigma de la edad, como una curva tipo arco. Esa es la metáfora, la vieja metáfora...,
Sin embargo, hoy en día, filósofos, médicos, artistas y científicos, tienen una nueva perspectiva de lo que yo llamo el Tercer Acto..., las tres últimas décadas de la vida.
La edad ya no es para nada una patología, sino un potencial. Y ¿adivinen qué?, Este potencial no es para unos pocos, resulta que la mayoría de las personas mayores de 50 años se sienten mejor, tienen menos estrés y son menos hostiles y están menos ansiosas.
No quiero idealizar el envejecimiento. Obviamente, no hay garantía de que sea una etapa para disfrutar y desarrollarse. Es cuestión de suerte. En gran medida se debe al factor genético, De echo, una tertera parte se debe al origen genético y no podemos hacer mucho al respecto.
Ahora, permítanme decir algo sobre la escalera, que puede parecer una metáfora algo curiosa para los adultos mayores, ya que para muchos es un reto.
Todos nacemos con un espíritu, todos... pero a veces decae por los retos de la vida, la violencia, el maltrato y la negligencia.
Para mí, esto comenzó cuando me acercaba a mi tercer acto, mi cumpleaños número 60. ¿Cómo se suponía que iba a vivir? ¿Qué se suponía que debía hacer en este acto final?
Sin embargo, sí volvemos atrás y modificamos nuestras relaciones con las personas y acontecimientos del pasado, las vías neuronales pueden cambiar, y si somos capaces de tener sentimientos más positivos sobre el pasado, esto se convierte en una nueva norma. Es como reiniciar un termostato.
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TRANSCRIPCIÓN
Hoy en día, vivimos en promedio 34 años más que nuestros bisabuelos, piensen en eso..., es como una segunda vida adulta. Y sin embargo, la mayor parte de nuestra cultura no ha aceptado lo que esto significa.
Todavía vivimos en un viejo paradigma de la edad, como una curva tipo arco. Esa es la metáfora, la vieja metáfora...,
Nacemos, llegamos a la cima en la madurez y decaemos hasta la decrepitud, considerando la edad como una patología.
Sin embargo, hoy en día, filósofos, médicos, artistas y científicos, tienen una nueva perspectiva de lo que yo llamo el Tercer Acto..., las tres últimas décadas de la vida.
Se dan cuenta de que en realidad es una etapa de desarrollo con su propio significado. Tan diferente de la mediana edad, como la adolescencia difiere de la infancia.
Y se pregunta, todos deberíamos hacerlo ¿ Cómo podríamos utilizar este tiempo para vivirlo con éxito? ¿Cuál es la nueva metáfora del envejecimiento?
Me he pasado el último año investigando y escribiendo sobre este tema. Y he descubierto que una metáfora más apropiada para el envejecimiento: es una escalera.
"La ascensión del espíritu humano, que nos ha dado sabiduría, integridad y autenticidad."
La edad ya no es para nada una patología, sino un potencial. Y ¿adivinen qué?, Este potencial no es para unos pocos, resulta que la mayoría de las personas mayores de 50 años se sienten mejor, tienen menos estrés y son menos hostiles y están menos ansiosas.
Tendemos más a ver los rasgos comunes que las diferencias. Algunos estudios, incluso dicen que somos más felices. Esto no es lo que yo esperaba, creanme!. ya que vengo de una familia de depresivos.
A medida que me acercaba a mis 50 años, cuando me despertaba en la mañana, mis primeros seis pensamientos eran negativos. Y me asusté. Pensé, me voy ha convertir en una vieja cascarrabias!
Pero, ahora que estoy justo en la mitad de mi tercer acto, me doy cuenta, de que nunca he sido más feliz. Tengo una fuerte sensación de bienestar. Y he descubierto que cuando uno llega a la vejez, al contrario que cuando la ves desde fuera, el miedo desaparece.
Nos damos cuenta de que seguimos siendo nosotros mismos – tal vez aún más.
Picasso dijo una vez: “Se necesita mucho tiempo para llegar a ser joven.”
No quiero idealizar el envejecimiento. Obviamente, no hay garantía de que sea una etapa para disfrutar y desarrollarse. Es cuestión de suerte. En gran medida se debe al factor genético, De echo, una tertera parte se debe al origen genético y no podemos hacer mucho al respecto.
Pero eso significa que dos tercios de este tercer acto, depende de nosotros mismos.
Vamos a ver que podemos hacer para que estos años, sean todo un éxito y que supongan algo positivo!
Ahora, permítanme decir algo sobre la escalera, que puede parecer una metáfora algo curiosa para los adultos mayores, ya que para muchos es un reto.
Aquí me incluyo yo también!.
Como ustedes saben, el mundo funciona según una ley universal: la entropía, la segunda ley de la termodinámica. La entropía significa que todo en el mundo, todo, está en un estado de deterioro y la decadencia, "el arco". (Todo sube y todo baja)
Sólo hay una excepción a esta ley universal, y ese es el espíritu humano, que puede continuar ascendiendo hacia arriba – la escalera – hasta la plenitud, la autenticidad y la sabiduría.
Y he aquí un ejemplo de lo que quiero decir: Esta ascensión hacia arriba puede ocurrir incluso frente a desafíos físicos.
Hace unos tres años, leí un artículo en el New York Times. Era sobre un hombre llamado Neil Selinger – 57 años, abogado retirado – que se había unido al grupo de escritores de la Universidad Sarah Lawrence, donde había descubierto su vocación de escritor.
Dos años más tarde, fue diagnosticado con esclerosis lateral amiotrofia, conocida comúnmente como enfermedad de Lou Gehrig. Es una enfermedad terrible, mortal, daña el cuerpo pero, la mente permanece intacta.
En este artículo, el Sr. Selinger escribió lo siguiente para describir lo que le estaba pasando.
Y cito: “A medida que mis músculos se debilitan, mi escritura se hace más fuerte. A medida que perdía lentamente el habla, ganaba mi voz. A medida que disminuía, crecía. A medida que perdía tanto, finalmente comencé a encontrarme a mí mismo.”
Neil Selinger para mí, es la encarnación del ascenso de la escalera, en su tercer acto.
Todos nacemos con un espíritu, todos... pero a veces decae por los retos de la vida, la violencia, el maltrato y la negligencia.
Tal vez nuestros padres sufrieron de depresión. Tal vez ellos no fueron capaces de amarnos más allá de nuestros éxitos o fraxasos. Tal vez aún sufrimos dolor psíquico por ello..., una herida.
Tal vez pensamos que muchas de nuestras relaciones no han culminado y tenemos la sensación de sentirnos incompletos. Tal vez la tarea de nuestro Tercer Acto sea acabar de realizarnos a nosotros mimos.
Para mí, esto comenzó cuando me acercaba a mi tercer acto, mi cumpleaños número 60. ¿Cómo se suponía que iba a vivir? ¿Qué se suponía que debía hacer en este acto final?
Y me di cuenta de que, con el fin de saber a dónde iba, yo tenía que saber dónde había estado. Así que, regresé al pasado y estudié mis dos primeros actos tratando de ver quién era yo entonces.
¿Quién era yo en realidad – no aquella que mis padres u otras personas me dijeron, o me trataron como si lo fuese.
Pero, ¿Quién era yo? ¿Quiénes eran mis padres? –pero no como padres, sino como personas. ¿Quiénes eran mis abuelos? ¿Cómo ellos trataron a mis padres? Reflexionaba sobre todo ese tipo de cosas.
Un par de años después descubrí que este proceso por el que había pasado, se llamaba según los psicólogos “hacer una revisión de vida”. Y dicen que puede dar un nuevo significado, claridad y sentido a la vida de una persona.
Un par de años después descubrí que este proceso por el que había pasado, se llamaba según los psicólogos “hacer una revisión de vida”. Y dicen que puede dar un nuevo significado, claridad y sentido a la vida de una persona.
Ustedes descubrirán, como yo, que muchas cosas que creían que ocurrieron por su culpa, muchas cosas que pensaban de si mismos, realmente no tenían nada que ver con ustedes.
No fue culpa suya, porque hicieron bien las cosas. Y, serán capaces de volver hacia atrás, perdonar a los demás y perdonarse así mismos. Serán capaces de liberarse de su pasado. Podrán cambiar su relación con el pasado.
Ahora bien..., mientras yo estaba escribiendo sobre todo esto, me encontré con un libro llamado “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl.
Viktor Frankl era un psiquiatra alemán que había pasado cinco años de su vida en un campo de concentración nazi. Y escribió mientras estaba preso, que podría decir, si llegaban a ser liberados, quienes iban a salir adelante y quienes no.
Y escribió lo siguiente: “Nos pueden quitar todo lo que tenemos en la vida, excepto una cosa...la libertad de elegir como reaccionar ante una situación". Eso es lo que determina la calidad de la vida que hemos vivido.
No se trata de si hemos sido ricos o pobres, famosos o desconocidos, sanos o enfermos. Lo que determina la calidad de vida es como nos relacionamos con estas realidades, que significados le damos, que actitud adoptamos frente a ellas o, como permitimos que influyan en nuestro estado de ánimo.
Tal vez el propósito de este Tercer Acto, sea volver y tratar de cambiar, si es el caso, nuestra relación con el pasado.
Resulta que la investigación cognitiva demuestra que somos capaces de hacerlo, y se manifiesta neurológicamente por vías nerviosas creadas por el cerebro.
Veran que, si a lo largo del tiempo reaccionaron negativamente, ante acontecimientos y a personas del pasado, se han establecido unas vias neuronales por medio de señales químicas y eléctricas enviadas a través del cerebro y, con el tiempo, estas vías neuronales se fijan, se convierten en norma, aunque sean dañinas para nosotros porque nos causen estrés y ansiedad.
Sin embargo, sí volvemos atrás y modificamos nuestras relaciones con las personas y acontecimientos del pasado, las vías neuronales pueden cambiar, y si somos capaces de tener sentimientos más positivos sobre el pasado, esto se convierte en una nueva norma. Es como reiniciar un termostato.
Lo que nos hace sabios, no es tener experiencias, sino reflexionar sobre las experiencias que hemos tenido. Además, nos ayuda a ser íntegros, nos aporta sabiduría y autenticidad. Todo esto nos ayuda a convertirnos en lo que podríamos haber sido.
Las mujeres al principio somos íntegras, de niñas nos mostramos combativas. Si! quién lo dice!
Somos dueñas de nuestras propias vidas, pero muy a menudo, muchas, sino la mayoría de nosotras, llegada la pubertad empezamos a preocuparnos por integrarnos y ser populares.
Y nos convertimos en sujetos y objetos de la vida de otras personas. Pero ahora, en nuestro Tercer Acto, es posible que regresemos al punto de partida y podamos vivirlo de otra manera. Y si somos capaces de hacerlo, no será solo para nosotras mismas.
La mayor parte de la población mundial está formada por mujeres mayores. Si podemos volver atrás, redifinirnos y ser íntegras, esto va a crear un cambio cultural en el mundo. Y, daríamos ejemplo a las generaciones más jóvenes para que puedan replantearse sus propias vidas.
Muchas Gracias – Jane Fonda.
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